El Padre- origen sin origen- engendra eternamente al Hijo, y el Padre y el Hijo espiran eternamente el Espíritu Santo. Persona divina, del Amor infinito en el que somos creados a imagen y semejanza de Dios para conocer y amar al Padre y su Hijo Jesucristo. Individualizados por Su amor, con alma eterna y nuestro cuerpo glorificado.